sábado, 8 de diciembre de 2012

Nadie dice nada

La idea de este blog es tocar temas de gramática, publicar poemas y frases de personas célebres y mostrar mi trabajo como escritora, que ha quedado muy abajo (entrada antigua), ya que he publicado mucho material. Lo extraño es que hay más de 1100 páginas leídas (muchas personas) pero nadie pregunta, ni propone ni parece tener dudas idiomáticas. Me gustaría que bajo las entradas (donde dice "comentario") alguien me consulte, me pregunte o demuestre si le gusta o no lo publicado. Lo agradecería.
Socorro

viernes, 30 de noviembre de 2012

De Sor Juana Inés de la Cruz

"Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.

Y, Amor, que mis intentos ayudaba
venció lo que imposible parecía:
pues entre el llanto, que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste;
no te atormenten más celos tiranos
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos".

Juana de Asbaje Ramírez era el nombre real de Sor Juana Inés de la Cruz. Mexicana, nació en 1651 y murió en 1695. Fue monja carmelita pero abandonó esa orden para profesar la fe jerónima.

En paz

"Muy cerca de mi ocaso,
yo te bendigo, vida
porque nunca me diste
ni esperanza fallida
ni trabajo injusto
ni pena inmerecida.
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino
que si extraje la hiel o la miel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel, o mieles sabrosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno,
mas tu no me dijiste que mayo fuese eterno
hallé sin duda largas las noches de mis penas
mas tu no prometiste tan solo noches buenas.
En cambio tuve algunas
santamente serenas
¡Amé, fui amado, el sol acarició mi faz!
¡Vida, nada me debes!
¡Vida, estamos en paz!

Amado Nervo. (Nació en Tepic, México, en 1870. Murió en Montevideo en 1919)

Del Siglo de Oro español, un soneto de Lope de Vega

"Es la mujer del hombre lo más bueno,
Y locura decir que lo más malo,
Su vida suele ser y su regalo,
La muerte suele ser y su veneno.

Cielo a los ojos cándido y sereno,
Que muchas veces al infierno igualo,
Por raro al mundo su valor señalo
Por falso al hombre su rigor condeno.

Ella nos da su sangre, ella nos cría,
No ha hecho el cielo cosa más ingrata;
es un ángel, y a veces una arpía.

Quiere, aborrece, trata bien, maltrata,
Y es la mujer al fin, como sangría,
que a veces da salud y a veces mata".

Lope de Vega. Nació en Madrid en 1562 y murió en la misma ciudad en 1635.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Cómo se escriben los números

Los números del 16 al 19 pueden escribirse juntos o separados: dieciséis (diez y seis); diecisiete (diez y siete); dieciocho (diez y ocho); diecinueve (diez y nueve).
Del 20 al 30, siempre juntos. Del 31 en adelante, siempre separados: treinta y uno, cuarenta y tres, ciento dos.

Todo texto que no sea matemático no puede admitir, por razones estéticas, los números arábigos, salvo las fechas y los años.Como ejemplo, no se puede escribir: "cumple 15 años" (cumple quince años) o  "nos vamos por 7 días" (nos vamos por siete días) .
Sí es correcto: "Se celebra el aniversario de la revolución del 25 de mayo de 1810".

SON REGLAS DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Las preposiciones

Cada idioma tiene su sistema preposicional, y es la parte más difícil de aprender. Si no se lo domina, no se sabe bien una lengua.
La preposición es, según define la Real Academia Española, "palabra invariable que enlaza un elemento sintáctico cualquiera con un complemento sustantivo"(...) Los sustantivos, adjetivos, verbos y adverbios evocan por sí solos un contenido semántico mucho más denso y complejo que las preposiciones y conjunciones, cuyo papel es principalmente relacionante o nexivo. (...) En lo que se refiere a las preposiciones, la vaguedad del significado es todavía mayor, por ser capaces de establecer relaciones múltiples, son las de uso más frecuente como a, de, en, con, por".
Un ejemplo de cómo suele confundirse el uso de la preposición es como complemento del verbo disentir. Si se dice disiento con usted respecto del asunto, significa que uno está de acuerdo con el disenso. En cambio, si se dice disiento de usted respecto del asunto, quiere decir que uno no está de acuerdo, que piensa distinto.
Otro ejemplo que se presta a confusión constante es el famoso "dequeísmo". Para no caer en él, las personas prefieren no usar la preposiciòn de cuando sí corresponde, cayendo de ese modo en error.
Llevan obligatoriamente la preposiciòn de las frases como "estoy convencido de tal cosa", "estoy seguro de que iremos", "me doy cuenta de que me porté mal", "tomé conciencia de cuántas cosas debo hacer hoy".
Una pequeña prueba mental para no errar es hacerse esta pregunta: "¿estoy seguro algo?" La respuesta inmediata del cerebro es no. "Estoy seguro de algo".
"¿Me doy cuenta eso?" La respuesta mental instantánea es: "estoy seguro de eso".
La prueba es fácil, solo hay que pensar un instante.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Dos sonetos de Jorge Luis Borges

EL DESPERTAR

Entra la luz y asciendo torpemente
De los sueños al sueño compartido
Y las cosas recobran su debido
Y esperado lugar y en el presente
Converge abrumador y vasto el vago
Ayer: las seculares migraciones
Del pájaro y del hombre, las legiones
Que el hierro destrozó: Roma y Cartago.
Vuelve también la cotidiana historia:
Mi voz, mi rostro, mi temor, mi suerte.
¡Ah, si aquel otro despertar, la muerte,
Me deparara un tiempo sin memoria
De mi nombre y de todo lo que he sido!
¡Ah, si en esa mañana hubiera olvido!

TEXAS

Aquí también. Aquí, como en el otro
Confín del continente, el infinito
Campo en que muere solitario el grito;
Aquí también el indio, el lazo, el potro.
Aquí también el pájaro secreto
Que sobre los fragores de la historia
Canta para una tarde y su memoria:
Aquí también el místico alfabeto
De los astros, que hoy dictan a mi cálamo
Nombres que el incesante laberinto
De los días no arrastra: San Jacinto
Y esas otras Termópilas, el Álamo.
Aquí también esa desconocida
Y ansiosa y breve cosa que es la vida.

(De su libro "El otro, el mismo")

viernes, 2 de noviembre de 2012

De Jorge Luis Borges, "Los enigmas"

"Yo que soy el que ahora está cantando
Seré mañana el misterioso, el muerto.
El morador de un mágico y desierto
Orbe sin antes ni después ni cuándo.
Así afirma la mística. Me creo
Indigno del Infierno o de la Gloria,
Pero nada predigo. Nuestra historia
Cambia como las formas de Proteo.
¿Qué errante laberinto, qué blancura
Ciega de resplandor será mi suerte,
Cuando me entregue el fin de esta aventura
La curiosa experiencia de la muerte?
Quiero beber su cristalino Olvido,
Ser para siempre, pero no haber sido".

De Federico García Lorca (fragmento)

"Verde que te quiero verde.
  verde viento, verdes ramas.
  El barco sobre la mar y el caballo en la montaña.
  Con la sombra en la cintura
  ella sueña en su baranda,
  verde carne, pelo verde,
  con ojos de fría plata".

sábado, 20 de octubre de 2012

Un pensamiento de Mahatma Ghandi

"Si queremos alcanzar la verdadera paz en este mundo y si queremos llevar a cabo una verdadera guerra contra la guerra, debemos comenzar con los niños. Y si ellos crecen munidos de su inocencia natural no tendremos que luchar más, no tendremos que someternos a vanas resoluciones idealistas, sino que iremos del amor al amor y de la paz a la paz, hasta que todos los rincones del mundo estén cubiertos de paz y amor. El mundo está hambriento de ellas, consciente o inconscientemente".

El lenguaje, según Alfonso Reyes

"El hombre mudo, anterior al lenguaje, ¿acaso se comunica con sus semejantes mediante cierta radiación que va de una mente a otra, emitida y recibida a través de las antenas nerviosas? Dejémoslo así como metáfora. Esta radiación podría ser semejante a aquella que transmite una orden entre los animales en tropa o bandadas. Un individuo lanza la iniciativa y los otros no hacen más que seguirlo. Pero los gabinetes de observación animal han podido registrar muchos casos en que el movimiento es simultáneo. Aviso u orden de un miembro de la banda, comunicación por algún medio imperceptible, el "rayo adánico" de Lacordaire, que según su doctrina, el hombre perdió por sus pecados".
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"A ese rayo adánico le llamamos hoy telepatía. El lenguaje y todos los medios actuales de comunicación trabajan directamente contra esta facultad animal o primitiva; la van atrofiando en el desuso y, salvo supervivencias excepcionales, acaban por extinguirla".
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"Nacieron primero los gestos y la mímica. La voz humana, a gritos en principio y gradualmente articulada en los órganos bucales, representa la especialización más sublime de la mímica. Y nació el estilo oral, el lenguaje".
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"Las disciplinas escolares modernas han dado en desdeñar el cultivo de la memoria. Desaparecerá un día, como el rayo adánico, y será la era de la amnesia".

("La experiencia literaria", Alfonso Reyes, mexicano, escritor polifacético, poeta, traductor de autores clásicos, y crítico exigente. (1889-1959)

miércoles, 3 de octubre de 2012

"Retrato" (fragmento de un poema de Antonio Machado)

"Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero"
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"Converso con el hombre que siempre va conmigo
--quien habla solo espera hablar a Dios un día--
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo: debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar"

Antonio Machado, español (1875 - 1939)

domingo, 30 de septiembre de 2012

¡Basta de "no te escucho"!

Una de las peores costumbres habituales entre los periodistas de radio, locutores y casi toda clase de personas, es repetir ¡"no te escucho"! o "¿me escuchás "? Es un error del uso del verbo que debe corregirse, porque "escuchar" es prestar atención. Lo correcto es decir "no te oigo" o "¿me oís?" en caso de una mala comunicación.
"No te escucho" es faltarle al respeto a otra persona, casi como decirle "no me interesa lo que estás diciendo". Es la misma diferencia entre "ver" y "mirar".
Uno ve porque tiene ojos, pero si mira, es porque está prestando atención a lo que ve.
De paso, se falta "al respeto" y no "el respeto". Como se falta "a la verdad".

sábado, 29 de septiembre de 2012

Juan Laurentino Ortiz, poeta, autor de "El Gualeguay"

Difícil presentar y describir a un personaje como Juan L. Ortiz, "Juanele", como lo llamaban. Poeta mayor y olvidado, solitario, aislado y como ausente de la realidad cotidiana, este entrerriano nacido en Puerto Ruiz (puerto de la ciudad de Gualeguay) en 1896 y muerto en Paraná en 1978, vivió para escribir su poesía. El largo poema "El Gualeguay", que conforma un libro y contiene gran parte de su obra, se sostiene con el paisaje y el fluir del río que lo vio nacer. A lo largo de sus versos nada sencillos se vislumbra la historia del país desde el punto de vista del río. Muy joven, Juanele decide bajar a Buenos Aires en busca de no sabe bien qué. Casi no hay testimonios de su pasaje por la Capital, aunque Salvadora Medina Onrubia (que luego sería la mujer de Natalio Botana, el legendario dueño del diario Crítica) publicó en la revista Fray Mocho en 1914 el siguiente texto: "He aquí un muchacho criollo, valeroso y temerario, que sintiéndose artista y queriendo triunfar, abandona Entre Ríos, su provincia natal, y sin más patrimonio que una delirante fe en sí mismo, se viene a Buenos Aires a vivir...¿A vivir de qué? A vivir ¡qué ironía!, de sus dibujos y de sus poesías. No tiene dinero, sale del Paraná. Primero a caballo, enseguida a pie, luego a nado y por fin, en bote...Así pudo llegar a Buenos Aires. Se llama Juan Ortiz. Es un muchacho triste, está solo, pero es de los que llegan".
 "El Gualeguay" es el poema más extenso de Ortiz, solo puede ser comprendido como una poética que incluye un proceso sin fin de la poesía a través del paisaje y un infinito amor a su tierra, a la fauna y a la corriente incesante, interminable, como sus versos.

"Pero las miradas del río, casi a todo su largo,
dijeran los reflejos, a su vez, de la primera nobleza bípeda,
en unos asombros de aceituna...
Eran esas las criaturas que secretamente esperaba
para abrir las "leyes" del sacrificio?
Sí, eran una sola cosa con los follajes, y las ramas, y las hierbas,
y lo que latía debajo de las hierbas..."

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Una profunda frase de Eduardo Mallea

"Me levanté en espíritu y abrí los ojos sobre esa realidad. Me sentí extrañamente lleno de angustia y furia. Me llené de desprecio y amor. Creí haber llegado a un momento fértil de mi vida, a ese en que el torbellino del alma nos dice cuáles son nuestros odios fuertes, cuáles nuestros amores fuertes, qué es lo que llevamos en nosotros frágilmente y qué lo inconmovible, lo rudo, lo perdurable, qué es lo que llevamos hecho ruina y qué lo que llevamos de naturaleza imbatible. Y estaba ahí circundado por los dos países, aquel contra el que me levantaba, en el que no me resignaba a vivir, aquel del que quería conservarme inexorablemente alejado; y el otro, el creador, el país verdadero, el país mío, mi país, mucho más fuerte que el otro, como son más fuertes que la ola externa las corrientes de profundidad".

(Eduardo Mallea, "Historia de una pasión argentina"). La primera edición fue publicada por la Editorial Sur en septiembre de 1937.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Abuso del adverbio "como"

"Como" es un adverbio que ha pasado a ser una muletilla al ser unido, incorrectamente, al pronombre relativo "que".
A diario escuchamos "es como que me siento mejor", "anoche es como que nos divertimos mucho". Es moda, sobre todo entre la juventud, que cada día habla peor y utiliza menos palabras. Se usa constantemente pero está mal, la forma comparativa correcta es "como si":
"Llueve, es como si la suerte no nos acompañara".
" Es como si no hubiera oído nunca esa canción".

Un soneto de Neruda

(LXV, de "100 sonetos de amor" (1959)

Matilde, ¿dónde estás? Noté, hacia abajo,
entre corbata y corazón, arriba,
cierta melancolía intercostal:
era que tú de pronto eras ausente.

Me hizo falta la luz de tu energía
y miré devorando la esperanza,
miré el vacío que es sin ti una casa,
no quedan sino trágicas ventanas.

De puro taciturno el techo escucha
caer antiguas lluvias deshojadas,
plumas, lo que la noche aprisionó:

y así te espero como casa sola
y volverás a verme y habitarme.
De otro modo, me duelen las ventanas.

De Pablo Neruda dijo Jorge Edwards:
"Fue lírico y épico. Fue poeta de la naturaleza y poeta de la historia. Fue, además, desde sus comienzos, desde los poemas de la adolescencia provinciana, poeta del amor. Para muchos, quizá para la mayoría de sus lectores, la obra de Neruda quedó identificada con algunos poemas inolvidables de amor juvenil, con el "Poema 20" ("Puedo escribir los versos más tristes esta noche"), con "Farewell y los sollozos". La inspiración amorosa y erótica, sin embargo, no solo fue un rasgo de adolescencia y juventud: Neruda se mantuvo fiel al tema hasta sus últimos días.


viernes, 14 de septiembre de 2012

Un autor para releer: Manucho Mujica

Manuel Mujica Láinez es uno de los mejores autores argentinos, ya considerado clásico. Erudito en historia y en toda manifestación de cultura, sus novelas y cuentos siempre están vigentes aunque actualmente, como a tantos otros, se lo recuerde poco. Su prosa es riquísima, barroca, de largas frases. "Aquí vivieron" y "Misteriosa Buenos Aires" son como testigos literarios de la vida en nuestro suelo a través de los siglos. Manucho amaba el pasado e hizo lo posible por recrearlo. Sus novelas "La casa", "Bomarzo", "El escarabajo" nos pintan los años lejanos, algunos lejanísimos, con una maestría pocas veces vista en las letras universales. Mereció tal vez algún premio internacional importante que no obtuvo, pero en las buenas bibliotecas no faltan, no deben faltar esos libros. Entre tanta hojarasca pretendidamente literaria, Mujica Láinez es un sol que brilla y que no se apagará nunca.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Normativa del gerundio

Por su significado, el gerundio expresa anterioridad o sumultaneidad con respecto al verbo de la oración. No se puede usar para expresar posterioridad.
Ejemplo: "Sirvió el vino, compartiéndolo con su amigo". La frase es incorrecta.
Debe decirse: "Habiendo servido el vino, lo compartió con su amigo".
En este caso, el gerundio expresa anterioridad.
En los textos literarios se usa el gerundio a menudo, pero no es conveniente abusar, sino emplearlo cuando es necesario. La oración escrita de otro modo es más directa, contundente y valorizada. "Saliendo de su casa, se encuentra con la vecina". La frase es correcta, pero fea, no literaria, sin fuerza.
"Al salir de su casa se encuentra con la vecina" es rotunda y clara.


viernes, 7 de septiembre de 2012

Del gran poeta Francisco Luis Bernárdez (1900-1978)

(fragmento del poema "Estar enamorado", del libro "La ciudad sin Laura")

Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o si son propias las lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche obscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre y en adelante no volver a decir nunca.
Y es además, amigos míos, estar seguro de tener las manos limpias.

martes, 4 de septiembre de 2012

RIMA LXII (Bécquer)

Primero es un albor trémulo y vago
raya de inquieta luz que corta el mar;
luego chispea, crece y se difunde
en gigante explosión de claridad.

La brilladora lumbre es la alegría;
la temerosa sombra es el pesar;
¡ay! en la oscura noche de mi alma,
¿cuándo amanecerá?

Gustavo Adolfo Bécquer nació en 1836 en Sevilla (España) y murió en Madrid en 1870. Pertenece al movimiento romántico, que se caracteriza por la manifestación de lo subjetivo: amor, odio, alegría, tristeza. En la Rima LXII el tono elegíaco transmite el dolor del poeta.

sábado, 25 de agosto de 2012

¡Es la cruda realidad!

"Entre los planes de la Naturaleza está un buen día poner punto final a nuestras ilusiones y desvelos decidiendo, sin el menor atisbo de cortesía, que dejemos de funcionar. Se nos pone la cara pálida, quedamos inmóviles, se nos relajan los esfínteres, se nos cae la mandíbula, nos enfriamos, se nos coagula la sangre, nos deshidratamos, quedamos rígidos, aparece una mancha verde en el vientre, despedimos un olor pestilente y empezamos a podrirnos. Nos descomponemos por fermentaciones microbianas y nos van comiendo poco a poco los "gusanos", como llamamos vulgarmente a las sucesivas oleadas de la fauna cadavérica que, cumpliendo cada variedad con su riguroso turno, nos destruye, porque colaborando con las bacterias están los insectos que nos devoran, unos enjambres después de otros, cada uno de acuerdo con la función que le asignó la Naturaleza. Es muy ordenada ella. Empiezan los dípteros cuando todavía estamos "frescos"; siguen moscas incilia y sarcophaga cuando avanza el olor cadavérico, precisamente seducidas por él; más o menos entre los tres y seis meses coleópteros y leptidópteros se dan el gran banquete  con nuestras grasas fermentadas; a continuación "gusanos del queso" se sacian con la fermentación de los albuminoides; con la fermentación amoniacal reaparecen dípteros y coleópteros; luego los ácaros absorben los humores del cadáver y nos dejan secos del todo; vuelven coleópteros y lepidópteros para liquidar los tejidos membranosos ya apergaminados y finalmente dos últimas cuadrillas, tan especializadas como las demás, se encargan de que desaparezca lo que pueda quedar de nosotros. Sí, señores, así es la cosa, y no por sabida cambia. Quienes gustan de los eufemismos llaman a esto "descansar en paz".

("Libelo contra natura", Eduardo M. Solari, Primer Premio de Ensayo La Nación, 1987)

lunes, 20 de agosto de 2012

"El tigre"

"Iba y venía, delicado y fatal, cargado de infinita energía, del otro lado de los firmes barrotes y todos lo mirábamos. Era el tigre de esa mañana, en Palermo, y el tigre del Oriente y el tigre de Blake y de Hugo y Shere Khan, y los tigres que fueron y que serán y asimismo el tigre arquetipo, ya que el individuo, en su caso, es toda la especie. Pensamos que era sanguinario y hermoso. Norah, una niña, dijo: Está hecho para el amor."
(Jorge Luis Borges)

viernes, 17 de agosto de 2012

Unos pocos versos de Calderón

Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos;
y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir solo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive sueña
lo que es, hasta despertar.

Calderón de la Barca ("La vida es sueño", IIª jornada)

viernes, 10 de agosto de 2012

De la buena literatura

Jerome David Salinger fue autor de algunos de los mejores cuentos universales. Su famoso "A perfect day for banana fish" ("Un día perfecto para el pez banana") es mencionado como ejemplo en todas las buenas antologías. Sin una palabra de más ni de menos, mantiene al lector en vilo hasta el inesperado final. Salinger es uno de los mejores representantes de la literatura norteamericana. Nació en 1919 y murió en 2010. Otra de sus obras sobresalientes es "El cazador oculto", novela también conocida bajo el nombre de "El guardián entre el centeno".
Otros de sus libros son "Nueve cuentos", "Franny y Zoey", "Boca bonita y verdes mis ojos" y "Levantad carpinteros la viga del tejado", todos libros de cuentos muy recomendables. Los mismos personajes aparecen a veces en unos y otros. Salinger usó como nadie el lenguaje adolescente, inventó seres inquietantes, malvados, que parecen conocer el mundo atormentado de los mayores. Ya famoso, decidió vivir aislado en una casa de campo donde no  recibía a nadie. Un hombre tan genial y excéntrico como sus personajes.

jueves, 2 de agosto de 2012

Dudas acerca del género de algunas palabras

El idioma español utiliza el artículo masculino "el" para algunas palabras que comienzan con "a" acentuada, pero dicha palabra no pierde su género femenino. Esta costumbre viene del español antiguo, que usaba el artículo "ela" para evitar la cacofonía de dos "aes" acentuadas juntas. Con el paso de los siglos "ela" quedó convertido en "el".
Ejemplos: agua, área, alma, hambre, arma, etcétera.
No se dice "el agua claro" sino "el agua clara".
Es incorrecto "ese área protegido", lo correcto es "el área protegida". Muchas personas se equivocan y adjudican género masculino a palabras femeninas.

jueves, 26 de julio de 2012

Algunos errores habituales

Muchas personas usan el verbo "detentar" como sinónimo de "ejercer". "Detentar" es retener indebidamente, ilegalmente, un cargo.

No debe decirse "estoy seguro que...", "lo convencieron que..."  Estas frases llevan obligatoriamente la preposición "de".
O sea "estoy seguro de que...", "lo convencieron de que...".
No hay que temerle al "dequeísmo" sino saber cuándo se usa. Para darse cuenta (otro error común, evitar el "de" en "darse cuenta"), probar reemplazando el final de la frase por la palabra "eso" o "esto". ¿Uno está seguro "eso", o uno está seguro "de" eso? ¿te han convencido "algo" o te han convencido "de" algo? ¿Te diste cuenta "esto" o te diste cuenta "de" esto?
Es fácil, espero haber sido clara. Si no, pregúntenme.

sábado, 21 de julio de 2012

Espléndida crítica de Vargas Llosa de un libro de Goytisolo

Mario Vargas Llosa es capaz de convertir en pieza literaria magistral cualquier tema que toque. En el diario La Nación, Buenos Aires, (21/7/2012) publicó "Un fuego de artificio", crítica de la novela de Juan Goytisolo "Antagonía", un trabajo inmenso que le llevó al escritor español veinte años de su vida. Trata, entre otros temas conexos, del período franquista. Las 1112 páginas de la novela son muy difíciles para un lector común, a la manera de "Finnegans´s Wake" o "Ulyses", de James Joyce, o los siete tomos de "En busca del tiempo perdido", de Proust. Vargas Llosa desmenuza "Antagonía" y la describe con gran claridad, como es su costumbre y su talento. La novela, según él, "no cuenta una historia acabada, con principio y con fin, sino fragmentos dispersos y arbitrarios de muchas historias". "Para mí--continúa en otro párrafo--las mejores páginas, las más logradas y conmovedoras, son aquellas que describen la atmósfera claustral, asfixiante y enajenada de la dictadura". "La manera como está representado ese mundo es despiadado y el desprecio del narrador incendia el lenguaje hasta impregnarlo por momentos de una ferocidad irresistible. En cambio, en las largas y a menudo delicadas descripciones del paisaje catalán, tanto rural como urbano, se filtra, se diría que a pesar del antisentimentalismo cínico del que hace gala el narrador, un sentimiento tierno, profundo, contagioso, que desagravia al lector del pesimismo tenaz que con frecuencia comunican otras páginas. Este contraste se hace particularmente visible en las escenas que transcurren en Cadaqués y otros lugares de la Costa Brava".
Habrá que atreverse con la novela de Goytisolo, si se logra encontrar el valor para encarar su lectura.

viernes, 20 de julio de 2012

Textos apócrifos

Me da mucha rabia la circulación por Internet de textos atribuidos a Borges, Neruda, García Márquez, etcétera, que no les pertenecen. En general, muy mediocres. Es una usurpación que debería ser penada como plagio. Pero...la web es de todos y de nadie. Lo único que me queda es advertirles a quienes me los mandan que no es cierto, que esos grandes escritores no hubiesen escrito jamás algo tan simplón. Y hace años que ocurre, lo cual demuestra que poca gente ha leído a estos maestros de la lengua y la buena literatura. Son reconocibles de inmediato, irrepetibles, inconfundibles. ¿Quién adjetiva como Borges? ¿Quién compone metáforas como Neruda? ¿Quién tiene la riqueza de lenguaje, la claridad y la perfección de Vargas Llosa? Solamente los grandes escritores, que no son precisamente los que escriben poemas vulgares y les añaden lindas fotos y buena música.

sábado, 14 de julio de 2012

"Sentimientos y costumbres" (André Maurois)

"Para que una sociedad sea posible se impone que la Humanidad aprenda a amar. Y lo aprende, sobre todo, por el amor materno. Tan es así que, en el amor de la mujer hacia el hombre, queda, con frecuencia, algo de maternal.
(...) ¿Y el hijo? También él, si le cabe la suerte de tener una madre verdaderamente madre, aprende, merced a ella, en la aurora de su vida, lo que es el amor sin reservas que no pide recompensa alguna. Gracias al amor maternal sabe, desde sus primeros años, que el mundo no es por completo hostil, que pueden encontrarse manos acogedoras y una ternura siempre a punto, que hay seres en quienes puede tenerse una fe plena y ciega. Es una inmensa ventaja moral haber comenzado así la vida; los optimistas que, a pesar de los fracasos, a pesar de las desgracias, conservan hasta el fin su fe en la vida, fueron, por lo general, educados por una buena madre".

"Las cosas no dichas envenenan las almas demasiado cerradas, como los cuerpos extraños encerrados en una herida envenenan los tejidos. Tenemos necesidad de hablar, de descargarnos, de ser nosotros mismos, no en el sentido casi puramente físico de la familia y del amor, sino en el sentido intelectual, espiritual. Tenemos necesidad de sanear estos sentimientos secretos, estas protestas, expresándolas, entregándolas a un confidente que será un consejero. Por lo tanto, precisamos de otros vínculos que el amor, de otra sociedad que la familia. Esta otra sociedad será la amistad con un ser libremente escogido y hasta una unión espiritual con un maestro existente o muerto".

"Una de las causas más frecuentes de la desdicha en las clases ricas y ociosas es el hastío. Un hombre o una mujer que ganan con dureza su vida podrán tener muchas penas, pero no se aburren. El hombre o la mujer ociosos se aburren cuando en lugar de crear su propia vida , esperan que el placer provenga de un espectáculo".

"¿Qué es el hombre?" (Martín Buber, filósofo y literato, nacido en Viena en 1878)

"El hombre se halla inmerso, con mayor profundidad cada vez, en una crisis que, sin duda, guarda mucho de común con otras que nos son familiares por la historia, pero que, sin embargo, resulta peculiarísima en un punto esencial. Nos referimos a la relación del hombre con las nuevas cosas y circunstancias que han surgido de su propia acción o que, indirectamente, se deben a ella. Podríamos calificar esta peculiaridad de la crisis contemporánea como el rezago del hombre tras sus obras. Es incapaz de dominar el mundo que ha creado, que resulta más fuerte que él y se le emancipa y enfrenta con una independencia elemental. Nuestra época ha experimentado esta torpeza y fracaso del alma humana en tres campos diferentes. El primero, la técnica. Las máquinas que se inventaron para servir al hombre en su tarea acabaron por adscribirle a su servicio. El segundo campo, la economía. La producción, que aumentó en proporciones prodigiosas para suministrar al número creciente de hombres aquello que habían menester, no ha logrado desembocar en una coordinación racional. El tercer campo es el de la acción política. Con espanto creciente fue dándose cuenta el hombre en la Primera Guerra Mundial y a ambos lados de la trinchera, que se hallaba entregado a potencias inabordables que, si bien parecían guardar relación con su voluntad, se desataban de continuo, se burlaban de todos los propósitos humanos y traían consigo la destrucción. El sentido que podía tener este equívoco poder e impotencia desembocó en la pregunta por la índole del hombre".

"El hombre ético que nos enseñó a leer", fragmento de una nota de Luis Gregorich, La Nación, 2006

(Borges)...Su tránsito literario fue un extraordinario pasaje de lo complejo a lo simple, de la densidad verbal a la extrema y limpia sencillez.
(...)Leámoslo por intuición y placer, con la seguridad de que, tras haberlo leído, como ocurre con todo gran escritor, nos sentiremos un poco más inteligentes y felices.(...) Consistiría, para parecernos más a él y a su obra, en reducir la guaranguería y la prepotencia, en practicar la cortesía y la buena educación, y en reconocer
en el interlocutor a nuestro igual y no a un demonio. Para ser, en definitiva, o intentar ser, buenos lectores y ciudadanos éticos. Borges sabría agradecerlo.

lunes, 9 de julio de 2012

Un poema de Edward Estlin Cummings

Llevo tu corazón conmigo
lo llevo en mi corazón.
Nunca estoy sin él
donde quiera que voy, vas tu
amada mía
y lo que sea que yo haga
es tu obra.
No temo al destino
ya que tu eres mi destino.
No quiero ningún mundo
porque tu eres mi mundo, mi certeza.
y eso es lo que eres tu.
Lo que sea que una luna
siempre pretendió,
lo que sea que un sol quiere ser.
Este es el secreto más profundo
que nadie conoce.
Esta es la raíz de la raíz
el brote del brote
el cielo del cielo
de un árbol llamado vida
que crece más alto
de lo que un alma puede esperar
o la mente ocultar.
Es la maravilla que mantiene
a las estrellas separadas.
Llevo tu corazón
lo llevo en mi corazón.

E.E. Cummings (1894 - 1962)
Poeta norteamericano, pintor, dramaturgo

lunes, 18 de junio de 2012

Como no salen críticas, publico una carta abierta...

Querida Socorro, me hubiera gustado mucho conocerte. Otro compromiso cultural en una ciudad del norte entrerriano me lo impide. Será en otra oportunidad.

Me dirijo ahora a quienes no han leído todavía "El encargo". Me pareció una novela hermosísima. La leí casi sin detenerme porque me interesó desde la primera página. Comienza con una prosa serena y mesurada, perfecta en su sobriedad. El que habla en el inicio es un ser supra humano; Socorro ha tenido la delicadeza de dejar al lector la libertad para que interprete quién es en realidad este personaje. De acuerdo con la formación intelecto-espiritual del lector, podría ser tanto un individuo perteneciente a una civilización avanzada, cuyos dirigentes se sienten intrigados por la compleja y a veces contradictoria gama de emociones que tenemos los seres humanos, o un ángel que, según la opinión de varios místicos que he tenido oportunidad de leer, a pesar de sus grandes poderes carecen de libre albedrío y voluntad propia; de ahí que solo puedan proceder siempre de acuerdo a la más noble e infinita bondad de la cual han sido imbuidos en el momento de su creación.
El motivo de la llegada de este ser inefable es recoger toda la información que pueda sobre el obrar de los humanos, sus reacciones a diferentes estímulos, sus costumbres, sus prejuicios, sus valores. Una especie de análisis o estudio científico, parecido al que un meticuloso antropólogo realiza al estudiar las tribus que el "homo oeconomicus" considera primitivas, pero que tal vez sean los últimos especímenes del "homo sapiens". A fin de que pueda desarrollar con comodidad el estudio que le han encargado, este emisario, mensajero o enviado ha sido dotado de apariencia humana y capacidad de sentir de igual manera que nosotros.
Aparece en un barrio de Buenos Aires y enseguida traba amistad con dos mujeres jóvenes que parecen ser amigas de mucho tiempo y quererse mucho entre ellas. A partir de ese momento, la acción se va desarrollando con tanta naturalidad y, a la vez, de manera tan interesante que es casi imposible interrumpir la lectura, porque siempre queremos saber en qué va a terminar tal o cual acción de Alina o Marisol, las protagonistas. Y es así porque en "El encargo" están muy bien reflejadas toda la inocencia y la crueldad del ser humano, toda su capacidad de cálculo, toda su ambición, todo su heroísmo, toda su bajeza y todo su esplendor.
Quiero agradecer a Socorro la lucidez y el compromiso moral que tiene la novela. (...) Agradecerle sobre todo esa parte que testimonia que la terrible carga del espectro emocional humana es tanta y tan potente que hasta un ángel o emisario se siente abrumado por ella y busca escapes a través de la bebida o, incluso, a través de soñar lo que es imposible para él: el amor. Ese mensaje es sumamente esperanzador, porque afirma que los humanos, después de todo, no somos tan pequeños e insignificantes. Tenemos la misma potencialidad para el Mal que para el Bien. Y, sobre todo, la capacidad de elegir a cuál de los dos serviremos.
Quiero terminar con un pasaje muy sabio, porque nos sella los labios para algo que nos gusta tanto hacer: juzgar a los demás. El pasaje dice:
"No es preciso tratar con toda la Humanidad para saber de ella. Cada hombre y cada mujer parecen ser paradigmas de todos; repiten complejidades y contradicciones como espejos enfrentados".  Bello y revelador.

Te deseo mucho éxito con "El encargo". Hasta siempre.
Tuky González de Carboni

martes, 12 de junio de 2012

Decálogo del perfecto cuentista (Horacio Quiroga, 1927)

1)   Cree en un maestro --Poe, Maupassant, Chéjov-- como en
    Dios mismo.
2)    Cree que su arte es una cima inalcanzable. No sueñes con
    dominarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo
    tú mismo.
3)    Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es
    demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de
    la personalidad es una larga paciencia.
4)    Ten fe ciega, no en tu capacidad para el triunfo, sino en el
    ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia,
    dando todo tu corazón.
5)    No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra
    adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras
    palabras tienen casi la importancia de las tres últimas.
6)    Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "desde
    el río soplaba un viento frío", no hay en lengua humana más
    que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus
    palabras, no te preocupes de observar si son entre sí
    consonantes o asonantes.
7)    No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de
    color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso,
    él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
8)    Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta
    el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te
    distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver.
    No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de
    ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
9)    No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y
    evócala. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has
    llegado en arte a la mitad del camino.
10)   No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que
      hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés
      más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los
      que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene
      la vida en el cuento.

lunes, 11 de junio de 2012

Por qué la calle Florida se llama así

En las guerras por la Independencia la batalla de La Florida fue ganada por un militar algo olvidado, hombre riguroso, severo y estoico, el general Juan Antonio Álvarez de Arenales. Español de nacimiento y patriota por decisión, inició su carrera militar en el Regimiento de Burgos, luego fue destinado a Buenos Aires donde la concluye con el grado de alférez. Se afinca y se casa en Salta. Indignado por las condiciones que impone España a la población indígena, baja a Buenos Aires y denuncia esos hechos ante el virrey. Es escuchado y aprobado. Arenales había leído a Voltaire, Rousseau y Diderot, cuyas ideas sentaron los principios de la Revolución Francesa. Comienzan a discutirse en América las premisas de "libertad, igualdad, fraternidad" y adhiere decididamente a la Revolución de Mayo. Con una pequeña guarnición inicia la lucha contra los realistas y permanece dos años en guerras constantes, lejos de su familia. Ocupa cargos de importancia en Salta: alcalde de 1º voto, gobernador. Pero la guerra continúa. De acuerdo con Manuel Belgrano forma un ejército de línea y lo ascienden a coronel. La tarea de fortificar y organizar los Ejércitos del Norte es larga y penosa. Los patriotas no disponen  de fondos. Fabrican los pertrechos: municiones, pólvora, balas, y prosiguen las batallas. Transcurren años muy difíciles. Establecido su cuartel en la misión de La Florida, Arenales se dispone a otra lucha. La Florida está a la orilla del río del mismo nombre, sobre una barranca y él despliega su artillería sobre la planicie de la barranca. De pronto aparecen los realistas, son muchos y bien armados, pero están del otro lado del río. Lo cruzan y se produce un devastador ataque del escuadrón de Arenales, que resulta gravemente herido. Con sus soldados y él mismo al frente, ganan la batalla. El campo quedó lleno de muertos españoles y solo cuatro criollos, aunque muchos heridos. Casi de noche, Arenales es encontrado entre unos arbustos, malherido, por una patrulla de caballería.
Esa batalla cambió el curso de la guerra, porque aniquiló a una de las agrupaciones realistas más numerosas. Un mes más tarde, Arenales, aun con sus heridas abiertas y muy débil, pudo comunicar al Ejército del Norte el resultado de esa batalla: más de cien enemigos muertos y en su poder la artillería, doscientos fusiles, pertrechos, bagajes. Todo ese triunfo con soldados formados por él, hombres que no tenían instrucción previa. Siguió su lucha este guerrero incansable por todo el Alto Perú hasta llegar a Lima, a lo largo de mucho tiempo. Guerreó contra los españoles en cien batallas y escaramuzas que iban minando la fortaleza realista. Liberaba zonas, facilitando así la llegada de San Martín, por mar, a Lima.
Por esas cosas de la historia, la grandeza de Arenales quedó algo eclipsada por las figuras de San Martín y Belgrano. Sin su pasión libertaria y su valor, tal vez la historia hubiera sido distinta.
En 1821, en recuerdo de ese combate trascendente, se impuso el nombre de Florida a esa calle de Buenos Aires.
Juan Antonio Álvarez de Arenales fue Brigadier General de la República, Mariscal de Campo de Chile, Gran Mariscal del Perú, General en Jefe del Ejército Argentino y Capitán General de la provincia de Salta, entre otros muchos títulos. Murió en diciembre de 1831.
Era mi cuarto abuelo, padre de mi tatarabuela materna Josefa Arenales de Uriburu.

jueves, 24 de mayo de 2012

LOS NUMEROS ORDINALES

Qué feo suena cuando oímos decir "el cincuenta y seis aniversario...", por ejemplo. Se dice "quincuagésimo sexto". Error habitual en periodistas y locutores. Los primeros ordinales son fáciles: primero, segundo, tercero...hasta duodécimo. Luego se dice decimotercero...hasta decimonoveno. Vigésimo...hasta vigesimonoveno. Trigésimo...hasta trigesimonoveno...y así hasta centésimo...hasta centesimonoveno. Y ducentésimo, tricentésimo, cuadringentésimo, pocas veces utilizados o necesitados.
¿Parece difícil? Hablar y escribir bien es importante y se logra estudiando y leyendo.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Frases de Juan Bautista Alberdi

"En las repúblicas de Sud América la política es una industria u oficio de vivir, para los que no tienen otra, o tienen una que no produce lo bastante para llevar una buena vida. Así, un maestro de escuela se hará político, si puede, porque la pedagogía apenas le dará de comer, mientras que la política le prometerá presidencias o ministerios que producen muchos caudales, muchos honores, grandes goces.
Este producto es el fin de la política, para los políticos que la ejercen como industria.
El camino y el instrumento de este fin es el poder o el ejercicio de alguna autoridad, y la posesión del poder, como la de toda riqueza, se gana por buenos y por malos medios. Unos lo usurpan, lo roban, lo conquistan, por fuerza o por fraude: esos son los malos. Otros lo deben al sufragio del país, obtenido en cambio de grandes servicios o grandes capacidades que prometen grandes servicios: esos son los buenos".
(Juan Bautista Alberdi, "América, escritos póstumos")

domingo, 13 de mayo de 2012

Nuevo libro de Vargas Llosa

"La civilización del espectáculo" es un nuevo libro de Mario Vargas Llosa. En la edición del 4 de mayo el suplemento ADN de La Nación adelantó parte de la obra, con reservas por parte del propio director de la revista, Hugo Caligaris, quien no parece compartir las opiniones de Vargas Llosa, pero reconoce "la fluidez y la perfección de su estilo". Algunos párrafos del libro, con los cuales estoy totalmente de acuerdo:
"¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento y donde divertirse es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. (...) Pero convertir esa natural la propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias inesperadas: la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo". (...) "Si se convierte todo lo que forma parte de la cultura en una amalgama que es entendida como una manera agradable de pasar el tiempo, lo que forma parte de ella se iguala y uniformiza al extremo de que una ópera de Verdi, la filosofía de Kant, un concierto de los Rolling Stones y una función del Cirque du Soleil se equivalen".(...) "Para millones de personas las drogas sirven hoy como las religiones y la alta cultura ayer, para aplacar las dudas y perplejidades sobre la condición humana, la vida, la muerte, el más allá, el sentido o sinsentido de la existencia".(...) "En las religiones tradicionales hay ahora menor porcentajes de fieles porque comenzaron a proliferar las sectas, los cultos y toda clase de religiones alternativas. Solo sectores muy reducidos de seres humanos pueden prescindir por entero de la religión, pues la fe transmite seguridad y libera el alma del desasosiego en que la sume la idea de la extinción, del perecimiento total".

jueves, 10 de mayo de 2012

Facundo o Civilización y barbarie

Domingo Faustino Sarmiento fue uno de los más grandes escritores americanos del siglo XIX. Sus obras trataron de historia, educación, política y sociología. "Facundo o Civilización y barbarie" es su obra cumbre. Este libro apareció primero como folletín en el diario El Progreso, de Chile, donde su autor vivía exiliado. Es una composición mezcla de lirismo, descripción geográfica, novela, polémicas, historia y alegatos. Expresa su odio y desprecio hacia Juan Manuel de Rosas y otros caudillos federales. Teoriza sobre el hombre argentino con sutil capacidad de observación. Desarrolla la teoría de la oposición ciudad-campo y su equivalencia civilización-barbarie. Esta teoría fue refutada por varios intelectuales, entre ellos Juan Bautista Alberdi. Muy recomendable por su excelente prosa y su belleza literaria, este libro permite conocer la primitiva Argentina, recién independizada, llena de pasiones políticas inconciliables, odios profundos y políticas enfrentadas. Casi una fotografía actual.

domingo, 6 de mayo de 2012

Faltas de ortografía


Me asombra y sorprende la cantidad de faltas de ortografía que tiene casi todo el mundo. Personas cultas que no deberían cometerlas. Y me di cuenta de una cosa: siempre las tuvieron, solo que ahora, con el uso de las redes sociales, se ven. Si todos leyeran más, no tendrían ese problema. La memoria visual es inmanente al ser humano. Solo hace falta ejercitarla.

martes, 1 de mayo de 2012

"Soneto" (Francisco Luis Bernárdez)

"Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado.

Si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido
tengo por bien sufrido lo sufrido
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado."

domingo, 29 de abril de 2012

Hablemos mejor

En el periodismo y en las redes sociales es común confundir los términos "vergonzoso" y "vergonzante". Vergonzoso es lo que inspira vergüenza. Vergonzante es quien siente vergüenza.

miércoles, 25 de abril de 2012

El hombre en busca de sentido

"Un día, poco después de nuestra liberación, yo paseaba por la campiña florida, camino del pueblo más próximo. Las alondras se elevaban hasta el cielo y yo podía oír sus gozosos cantos: no había nada más que la tierra y el cielo y el júbilo de las alondras, y la libertad del espacio. Me detuve, miré en derredor, después al cielo y finalmente caí de rodillas. En aquel momento yo sabía muy poco de mí o del mundo, solo tenía en la cabeza una frase, siempre la misma. : "Desde mi estrecha prisión llamé a mi Señor y él me contestó desde el espacio en libertad. No recuerdo cuánto permanecí allí, de rodillas, repitiendo una y otra vez mi jaculatoria. Pero yo sé que aquel día, en aquel momento, mi vida empezó otra vez. Fui avanzando, paso a paso, hasta volverme otra vez un ser humano".


(Viktor Frankl, psiquiatra, sobreviviente de un campo de concentracion durante la Segunda Guerra Mundial)

Obstinación

Una noche terminé de leer por segunda vez la novela de Manuel Mujica Láinez "La casa". Misteriosamente sentí que esa magnífica obra, ese retrato de una época y de una familia, de sus penas, alegrías y dolores, la magnificencia y belleza de un edificio irreemplazable, no podía terminar de esa manera. Y decidí que tendría, para mí, otro final. Me levanté y, como si alguien me lo dictara (¿Manucho arrepentido, quizás?) cometí la insolencia de elegir un destino diferente para "La casa", con el mismo lenguaje de su autor.








(Publicado en la revista literaria "Letras de Buenos Aires", que dirigía y editaba Victoria Pueyrredon). 



"Soy vieja, revieja. Tengo sesenta y ocho años. Pronto voy a morir. Me estoy muriendo ya, me están matando día a día. Ahora mismo me arrancan los escalones de mármol, pulidos, que antes, al darles encima el sol a través de los cristales d la claraboya, se iluminaban como una boca joven que sonríe. Siento terribles dolores cuando los brutos esos andan por mis cuartos con sus hierros, golpeando las paredes. Dolor y vergüenza. Me avergüenzo de que me vean así, mugrienta, sórdida, de que todo el mundo me vea así desde la calle, con sólo asomarse al vestíbulo donde ya no hay puerta y a los boquetes abiertos bajo los balcones sin persianas".

("La Casa", Manuel Mujica Láinez) 



Yo, La Casa, he decidido no morir. En el últimos de mis estertores, doblegada de dolor a causa de la piqueta brutal que derrumba mis paredes, he convocado a Tristán y al Caballero para que juntos impulsemos esta resurrección. En mi lucidez de agonizante resolví no cejar en mi empeño por seguir viva. Ansío volver a cobijar seres animados, latientes. Tristán y el Caballero, mis fantasmas, moraron en mí durante décadas sin que entre nosotros existiera una verdadera comunicación. Me amaban, por eso se quedaron. Confiaban en que una vida ulterior les permitiría reencarnarse. Su transcurrir no ha sido feliz. Se han aburrido mucho. Dormían días, meses enteros. Por eso no pueden, como yo, dar testimonio de todo lo que aquí aconteció. Tristán era muy joven cuando se tronchó su existencia terrenal. Ha sido siempre un fantasma apegado e inquieto que no cesaba de preguntarse por qué su hermano Paco lo habría empujado al vacío desde el balcón aquella noche. ¿Quizá Paco lo deseaba espíritu? ¿O estaba jugando y pensó que él, Tristán, volaría como las aves? ¿Por qué no derramó lágrimas ante su cuerpo, frente al dolor inconsolable de su madre? Pobre Tristán, nunca tuvo noción de la locura de su hermano, jamás supo de alienación y demencia.
El Caballero, enigmático espectro, erguido en su elegancia de siglos pasados, está quizá más compenetrado de su condición fantasmal. Es más reflexivo, más leve que Tristán.
Respondieron de inmediato, con esperanza. Ellos también quieren vivir. Con su fuerza y con la mía unidas me atrincheré en mi último reducto, una pieza del sótano tan bien construida, con ladrillos tan sólidos y bien amalgamados que mis verdugos, piqueta en mano, no consiguieron demoler. En medio del clamor por mis terribles dolores, exhorté a Tristán y al Caballero a resistir en este confín helado y maloliente lleno de ratas y de desperdicios que me avergonzaron durante estos años de abandono. Con el aliento de ellos dos, endurecí mis tendones de cemento y comprimí mis nervaduras de hierro en un angustioso y desesperado intento por no capitular. Tristán, mi niño predilecto, el habitante más bello que jamás moró en mí, espesó su apariencia casi neblinosa, rechinó los dientes jóvenes con rabia de rebelde y apoyó sus puños sobre la pared húmeda de mi último vestigio. El Caballero miró alrededor y tendió los brazos como si quisiera también apuntalar. Hablamos. Por primera vez hablamos como amigos, supe de sus angustias, de su resignación, de su miedo de no volver a reencarnarse.
--Cuatro siglos llevo en este estadodijo el Caballero, y me sorprendió su voz profunda--. Cuatro siglos. Yo era escribiente del Adelantado. En este lugar hubo una habitación humilde, de adobe y paja, donde amé a una mujer india. Eran los tiempos fundacionales. Ella parió a mi hijo en medio de fortísimos dolores, durante una noche tempestuosa. El niño no sobrevivió. Ella tampoco. Corrí desesperado a buscar ayuda pero la fuerza de la tormenta era tal que me enceguecí y caí en un zanjón lleno de agua, un hueco horrible que me atrapó para ahogarme. Me convertí en espíritu y desde entonces he rondado este lugar. Vi crecer generaciones, vi perecer soldados de distinto color y de distinta piel. Asistí al crecimiento de esta ciudad recostada sobre un río por el que llegué un día a bordo de una nave que ostentaba la bandera de una poderosa nación: España, mi España natal. Jamás volví. Los lazos que aquí anudé me ataron fuertemente. Nunca quise abandonar este espacio donde debió vivir mi hijo y donde reposan sus huesos, sus pequeñitos huesos que no conocieron el goce de existir. Después, mucho después, creció usted, La Casa. Observé asombrado las medidas extensas de los planos que los arquitectos de levita oscura adaptaron a este terreno y me dije: en esta enorme mansión va a haber niños, si no, ¿para qué tantas habitaciones? Aquí me quedaré para ver crecer a esos niños más afortunados que el mío. Y así fue. Viy usted también vioparir a Clara y esponjarse de orgullo a don Francisco el senador; asistimos al nacimiento de Paco, Gustavo, Tristán y Benjamín. Fuimos testigos de sus vidas atribuladas, de sus escasas alegrías. Me decepcionaron. Sólo Tristán, mi compañero Tristán, con su muerte temprana, permaneció incólume en su pureza, en su ignorancia ideal. Aquí está. Aquí nos hemos quedado.
Yo escuchaba absorta las palabras del Caballero. Nunca imaginé tan triste historia. Él siempre mantuvo una sonrisa tenue durante los largos años en que me acompañó. La fuerza de su deseo me infundió más ímpetu. Tristán también habló.
--Somos la savia de esta casa. Mi familia la construyó, la vivió, la hizo perdurar. A pesar de las tristezas, los odios y las pasiones que aquí ocurrieron, debemos permanecer para memoria del futuro. Porque en cada resquicio, en el aire cambiante y voluble que nos rodea, existe la memoria de las cosas idas. Hay huellas, señales inmanentes que en la nueva construcción imprimirán la historia de lo que pasó. Alguien tiene que mantener encendida esa antorcha. Luchemos. Démonos la mano los tres. En los cimientos nuevos inyectaremos el espíritu de los que pasaron.
Transida de emoción, yo lo escuchaba. Un sordo repiquetear de pasos nos sobresaltó. Voces chillonas hablaban de espacio y de metros. Eran los alarifes. Se llamaron unos a otros. Midieron y discutieron. Después de largos cabildeos y de una vigilia interminable, una voz de mando sentenció: "Puede quedar. Para qué vamos a demoler ese sótano tan sólido que, al fin y al cabo, puede albergar la bomba de agua".
El Caballero y Tristán lanzaron un grito de alegría. Alargaron sus manos y acariciaron mis pobres paredes deterioradas, este residuo empecinado de mi antigua envergadura. Lloramos de júbilo los tres. Ya no existen ni mis bellas pinturas italianas ni mis balcones graciosos y elegantes. Hace mucho que murió la esbelta palmera del jardín. Se remataron los muebles firmados que me adornaban, los tapices de Beauvais, las estatuas de mármol, la platería. Quién sabe adónde habrán ido a parar los exóticos muebles del cuarto japonés de Clara, mi dueña, mi loca y radiante patrona. No nos lamentaremos más por todo lo perdido. Después de la piqueta, manos amistosas levantarán, ladrillo a ladrillo, una nueva construcción. Otras vidas anidarán en mí. Como brotes de septiembre nacerán nuevos ámbitos, estallarán risas y caerán lágrimas. Todo recomienza. Siento ya el hálito del cemento fresco en mis entrañas. Tristán, no te alejes de mí ni un instante. Y tú, mi Caballero pálido y misterioso, dame la mano. Somos el futuro y el pasado. Una luz esperanzada nos alumbra.

Han empezado a construirme. Toneladas de encofrados se elevan sin cesar. Muchas personas detienen su paso frente a mí, en esta singular calle Florida. Ya no pasan carruajes. Las vestimentas de los caminantes son distintas, menos señoriales. No se ven mujeres con bellos sombreros como los que usaba Clara. Hasta el lenguaje ha cambiado. Y transitan montados en unos carricoches sin caballos que meten un ruido terrible. Durante los años en que me adormecí a causa del abandono y de la tristeza, percibí apenas que todo cambiaba. Eso también me producía dolor. Yo no podía acompañar el devenir del tiempo, no podía modificar mi realidad de casa vacía y abandonada. A lo largo de las interminables noches de tantos años de mugre, ratas y soledad, aprendí a diferenciar el aliento vital de los seres humanos y el impulso imperturbable de los entes inanimados como yo. No somos iguales. Yo sufro y tiemblo como ellos, pero no lo puedo transmitir. Ellos poseen la voz, el llanto, el grito. Mis gritos son inaudibles. Por eso ansío que Tristán y el Caballero no me abandonen. Ellos perciben mis temblores aunque nada se mueva en mí. Como en una sinfonía muda, pueden oír mi música silenciosa.
Nuestra ambición es inmensa. Juntos vamos a lanzarnos a la aventura de revivir, juntos recibiremos a los nuevos moradores que aprenderán a conocerme y quizá también a amarme. ¿Cómo seré en poco tiempo más? ¿Una gran mansión como la que fui? ¿O tal vez me convertiré en un templo o en un restaurante? No comprendo las palabras con las que me planean y me diseñan los arquitectos. Sólo sé que son muchos y que traen obreros que preparan olorosos asados en mis entrañas y gritan con desvergüenza a las mujeres que pasan. Eso no sucedía en mi primer nacimiento. Claro que aquellas señoras no enseñaban las pantorrillas sin pudor como las que hoy avanzan sin dignarse responder. Ni siquiera se ruborizan. El mundo debe de haber cambiado mucho durante mi letargo. Multitudes que enarbolan banderas cruzan por delante de mí entonando cánticos. Parecen exasperados. Los obreros comentan y a veces salen a unirse a los vociferantes. Esta antigua calle Florida está mucho más viva, más bulliciosa que antes. De noche se encienden las luces de los escaparates, nadie se retira temprano como antaño. Pegan enormes carteles de papel sobre la empalizada de madera que oculta mis cimientos. La gente se detiene ante ellos, lee lo que dice y discute con calor.

Han terminado de construir los sótanos que constituyen la base de mi nueva arquitectura. Son extensos y vacíos. Según he oído decir, servirán para los coches. ¿Cómo es posible que sea necesario tanto espacio para ellos? ¿Cómo sobrevivirán los caballos sin luz y sin aire? Ahora que lo pienso, hace tiempo que no veo caballos. Ya no piafan y relinchan por Florida esos magníficos troncos que me fascinaban, uncidos a los carruajes brillantes que yo veía acercarse, y de los que descendían mujeres hermosas y hombres importantes, muchos de los cuales entraban en mí. Eran parientes y amigos del senador y de Clara. Debo de estar muy vieja y deliro. Hace mucho, muchísimo tiempo que eso no sucede. El mundo ha cambiado, sin duda, pero nadie me lo comunicó. Me han creído muerta.

Empezó al fin la construcción. Atónitos e inmóviles, Tristán y el Caballero, acurrucados en un rincón de mi conservado reducto, son testigos de la velocidad con que emergen pequeños cuadrados idénticos que conforman lo que será mi nueva personalidad. Yo no protesto. Quiero vivir. Quiero volver a ser, no importa bajo qué aspecto. Seré lo que quieran que sea, y ni una palabra de protesta saldrá de mí. Cuando uno ha estado al borde de la muerte, cuando se ha asomado a la Nada, descubre lo vacuo de las formas, lo insignificante de la materia. Pertenecer al grupo de lo vivo es lo único que cuenta. Adorados acompañantes míos, no seáis presuntuosos ni exigentes. Conformaos con tener un sitio seguro donde permanecer hasta que, si cabe, una nueva envoltura carnal os convierta en personas. Entonces olvidaréis el estado fantasmal y la vida se encargará de empujaros hacia quién sabe qué andanzas, qué aventuras, qué peripecias.

Doce pisos han construido. Poco a poco he ido impregnándome de esos cuadrados mezquinos que constituyen mi ser. Me extiendo hacia arriba como buscando el cielo, se llenan mis entrañas de increíbles ladrillos huecos, livianos e incapaces de impedir que los sonidos vayan de un lado a otro como una armonía descompaginada. Desde el primer piso se oye todo lo que los obreros vociferan en el último. ¿Nadie va a tener secretos en esta casa? Los habitantes tendrán que murmurar para no ser oídos. Dormirán tan cerca unos de otros que sus ronquidos se confundirán. No obstante todo eso, soy feliz. Vivo, trepido, me estremezco.

Se acerca la hora del nuevo comienzo. Han quitado la empalizada. Mil luces destellan en mis angostas callejuelas interiores. Jaulas que penden de una maraña de cables llevan y traen a las personas desde el sótano a la azotea. No parecen tener miedo a pesar de que cuelgan sobre el abismo. Jesús, qué temeridad. Hasta ríen y charlan mientras aprietan botones que ponen en marcha esos temibles artefactos. Tristán y el Caballero se atrevieron, estrujados sus corazones de temor, la noche última. "Debemos saber qué se siente", y yo, aterrada, observé cómo mis dos queridos fantasmas iniciaban una ascensión hasta la cima donde permanecieron horas, boquiabiertos, admirando desde las alturas la maravillosa ciudad que yo ya había descubierto poco a poco, a medida que mis paredes iban trepando como si intentaran alcanzar una nube. No querían descender. Tuve que ordenarles que volviesen a su lugar. Lo hicieron, malhumorados, por no desacatarme. 
Fui inaugurada con gran pompa. Un obispo asperjó agua bendita ante mi puerta de entrada. Nuevos moradores y muchos curiosos me recorrieron. Ese mismo día algunos vinieron a vivir en mí. Alzaron escasos y feísimos muebles por mis escaleras angostas. Comprendí que ya nunca más nadie me alhajaría como antes, cuando las pertenencias de mi familia fueron poblando los salones y las visitas se regocijaban al ver tanta hermosura y tanta madera noble. Los nuevos habitantes ya no tienen tapices de Aubusson ni chimeneas de mármol. En los salones sólo cabe una mesa ínfima, tal vez cuatro sillas, algún sofá pequeño. Hasta las camas son estrechas. En las cocinas armarios de hierro pintados de blanco esconden los alimentos que son consumidos con rapidez, casi sin preparación. Parece haber prisa. Ya nadie se detiene a mirarme con admiración. Sin embargo, estoy contenta con mis vidrios que dejan pasar a raudales la luz del sol. Mi nueva piel es alegre. Jóvenes inquietos me habitan. Un hálito de jovialidad me circunda. La vida nueva late armoniosamente en mis entrañas.

Algo mágico sucedió. Primero fue Tristán. Una tarde descendió por la caja eléctrica que llaman ascensor con una expresión diferente. Sus ojos destellaban. Observé con estupor que su figura iba perdiendo la transparencia de su estado fantasmal. Nos habló, a mí y al Caballero. 
--Creo que me he enamoradodijo, y su voz denotaba emoción.
--Vamos, cuéntanoslo apremió el Caballero.
--Es algo muy fuerte que no conocía, algo que se percibe con el corazón. Debo concentrarme para que no se diluya, para lograr la vitalidad que necesito. Sé que voy a lograrlo. Un impulso poderoso se ha instalado en mí.
Conmovidos, mudos, lo vimos apretar los puños y refugiarse en un rincón del sótano de donde no se movió hasta el día siguiente. Cuando amaneció y el resplandor del sol se coló por todos mis rincones, Tristán se levantó con una apariencia nueva, radiante, prodigiosamente distinta. Era un hombre. Había logrado la corporeidad. Al advertirlo lanzó un grito de alegría y corrió hacia arriba, hasta una de las moradas del séptimo piso. Llena de curiosidad seguí sus movimientos. El Caballero también había subido detrás de él. Tristán golpeó la puerta. Una joven linda, de rizos castaños, le abrió enseguida y se estrecharon en un abrazo. La puerta se cerró detrás de sus figuras trémulas. Vi cómo el Caballero secaba sus ojos mojados en lágrimas de emoción.
--Él lo ha conseguido. Yo también debo hacerloexclamó con énfasis.
Desde entonces Tristán vive encerrado entre las cuatro paredes de esa morada del séptimo piso. Por discreción no he querido espiarlo. Que disfrute por todo lo que no lo hizo antes. Debo frenar al Caballero que continuamente quiere ir a visitarlo.
--Déjalo ser feliz, se lo merecelo reprendo--. No debemos perturbarlo.
A regañadientes el Caballero se contiene. Está celoso, se lo noto en los gestos y en las palabras. Tiene intenciones que no me resultan claras. Habla mucho consigo mismo, en un soliloquio incomprensible. Me apena que no me tome por interlocutora, pero debo respetar su ansiedad. Él también quiere un cuerpo, una aventura de amor. Lleva largas centurias sin apasionarse.
Hace tres noches, estupefacta, vi desaparecer al Caballero. Me invadió una profunda pena y un miedo intolerable. Él jamás se había alejado ni por un instante de entre mis muros. Comprendí cuán desesperado estaba. Temblorosa de dolor, me estremecí hasta el llanto. Mis paredes nuevas lloraron gotas saladas, desconocidas. Cuánto amaba yo a mis viejos habitantes, jirones de mis entrañas que me abandonaban para ir detrás de otros amores. Lloré de celos y de tristeza. Me retorcí de rabia impotente, rogué en voz queda, supliqué. Si me hubiese sido dado poder ponerme de rodillas, lo habría hecho sin vergüenza. Pero mi mole de cemento permaneció impávida ante los ojos de los transeúntes que todo lo ignoraban. Qué pueden saber ellos de viejas pasiones que atesoro bajo mi caparazón recién erigido.
Pocas noches después, él volvió. Casi irreconocible, trajeado a la moderna, dueño de un cuerpo sólido, desterrado ya el translúcido fantasma de tiempos idos. Displicente y altanero cruzó el umbral de mi puerta de calle del brazo de una hermosa mujer que llevaba un tapado de piel. Ni bien entró, me dirigió un guiño y una sonrisa. Toda mi estructura vibró de felicidad. Subieron por las escaleras hasta el primer piso y se internaron en la oscuridad de una morada. Radiante de alegría, contuve mis ímpetus en aras de la discreción que siempre me caracterizó. Tampoco a ellos los espié.
Ignoro cómo lo logró. Su voluntad traspasó los límites de lo imposible. Se proveyó de un cuerpo sano y de una vitalidad envidiable. No es fiel como Tristán, hombre de una sola mujer. Mi viejo Caballero cambia de acompañante como de camisa, inesperado picaflor que busca recuperar el tiempo perdido. Lo veo entrar y salir con rubias y morenas, me aquieto, contengo la respiración para escuchar sus protestas de amor que me hacen sonreír y espero su guiño cómplice que nunca deja de dirigirme.
Los tres nos hemos amalgamado en un futuro que algún día creímos inalcanzable. Existimos. Somos parte de ese futuro que nos ha sido otorgado a fuerza de imponer la voluntad sobre los designios de destrucción y fracaso.
Aleluya, mis amigos. Yo, La Casa, los bendigo.




A  M.M.L.
En homenaje y memoria

Macedonio

(Nota publicada en la revista Plaza Mayor en 1997)
Por Socorro González Guerrico


"Pocos, pero algunos, mueren no vencidos" (Macedonio Fernández)

No lo cubrió la gloria ni lo rozó la fortuna. Sus pertenencias, el último día de su vida, cabían en una bandeja. Pero su impronta quedó en las letras argentinas para siempre, de la mano de Marechal, de Borges, de Scalabrini Ortiz y tantos otros, sus discípulos y amigos que lo seguían adondequiera que fuese.

Lo escuchaban deslumbrados, encandilados por su inteligencia superior, su lucidez y su verba simple que solía llegar a profundidades insospechadas. Él era el maestro aunque no se lo propusiera. Ellos, los jóvenes valores literarios del siglo XX. Con muchos más años a cuestas había nacido en 1874, como Lugones. Macedonio les despertaba admiración y afecto. Reían con sus salidas humorísticas, se asombraban de su modestia y de su desapego hacia todo lo que no fuese esencial.
Macedonio era abogado, pero no ejerció durante mucho tiempo. Fue fiscal y juez subrogante en Posadas desde 1908 hasta 1912. De vuelta en Buenos Aires tuvo un bufete en la Avenida de Mayo, pero la muerte de su joven mujer, Elena de Obieta, en 1920, lo trastornó tanto que a partir de entonces abandonó la abogacía y se dedicó a su profunda vocación, las letras. "Amor se fue./ Mientras duró/de todo hizo placer./Cuando se fue/nada dejó que no doliera". Curiosamente, escribía pero no publicaba. Su humildad lo llevaba, con seguridad, a rechazar que sus ideas y escritos se convirtieran en libros. Garabateaba en cuadernos, hojas sueltas y hasta en servilletas de papel y no le daba a todo esto la menor importancia.
Cuando Elena, Elena Bellamuerte, la llamría en un poemario, murió dejándole cuatro hijos pequeños, su desolación lo llevó a aceptar que fuesen criados por tías y abuelas, mujeres ejemplares y cariñosas. Velaba por sus niños, los visitaba a menudo, pero no rehizo su hogar. Las costumbres de la época no facilitaban una nueva unión para un viudo con hijos.
Y comenzó una nueva vida de soledad, de mala salud, de despojarse de lo terrenal. La literatura y el pensamiento fueron su refugio. En 1928, casi contra su voluntad, sus amigos publicaron No toda es vigilia la de los ojos abiertos. Antes había escrito dos novelas que no vieron la luz hasta muchos años más tarde, dos libros iconoclastas, irrespetuosos de la ortodoxia y de la tradición, libres como el espíritu de su genial autor: Adriana Buenos Aires, "última novela mala", y El Museo de la Novela de La Eterna, "primera novela buena", experiencias literarias irrepetibles. Salvo James Joyce, con Ulyses, y mucho antes Laurence Sterne con Tristram Shandy, nadie se animó a burlarse tan abiertamente de la narrativa formal.
Pero Macedonio era implacable consigo mismo, hasta el punto de considerar al cesto de papeles el mejor aliado de la buena literatura: "Oh canasto, bienhechor de las letras, el arte, el pensamiento, noble y gran coautor".
Adolfo de Obieta tiene 84 años, muchos de los cuales dedicó a rescatar, descifrar y editar la obra de su padre. En noviembre de 1996 recibió un premio del gobierno indio que por primera vez fue otorgado a un americano, el Jamnalal Bajaj International Award, por "promoción de los valores ghandianos fuera de la India": "Soy abogado, perimido, manifiesta. Casi nunca ejercí. Escribo también, pero tengo mucha obra inédita. Estudios sobre profecías, poemas (Genealogía Solar), ensayos sobre Alberdi, que abominaba, como Ghandi, de toda guerra, un libro sobre temas sociológicos, ¿Terrores del año 2000?
Colaboré muchos años en La Prensa, La Nación, La Capital, de Rosario, y La Gaceta, de Tucumán".
Ascético, casi espartano, Adolfo de Obieta, que adoptó el apellido de su madre como seudónimo, vive en el centro de Buenos Aires en un departamento tan austero como los recuerdos de su padre que lo rodean. Sólo conserva manuscritos y, en las paredes, algún dibujo amarillento que honra su memoria. "Macedonio tuvo pocos bienes, no le interesaban las riquezas ni la figuración. Tampoco traía el pasado al presente. Estaba completamente absorbido por la problemática del ser, la metafísica, la sociedad de su tiempo. Yo también creo que lo que importa es estar atento al presente. No se puede modificar el pasado. Los que viven en estado de memoria, se agotan". "Una de las cosas más lindas que escuché decir a Borges acerca de mi padre es que tenía el don de hacer elevar el nivel de sus interlocutores. Iba a lo mejor, despertaba la chispa divina de todos, sea cual fuere su condición, la inteligencia profunda aunque se tratara de alguien ignorante. Macedonio afirmaba que aprendía de todos. Una cocinera le enseñaba los detalles químicos de la cocina, un peón de campo, secretos de la vida humana y de la vida animal. Se sentía agradecido a ellos, a sus valores. Tenía también afinidad de alma espontánea con el pensamiento oriental. No por ser un erudito en esos temas sino por intuición".
"Pasaba largas temporadas en La Verde, una chacra de Pilar que pertenecía a sus amigos Sáenz Valiente. Otras veces vivía en pensiones, siempre friolento, abrigándose hasta con papeles de diario y abrazando la pava con el agua caliente para el mate a modo de calentador. Mi padre era delgadísimo y sostenía que le faltaba el abrigo que la grasa les brinda a las demás personas. Se curaba de sus males con calor. Estudiaba qué temperatura se necesitaba para obtener alivio en cada enfermedad. Se abrigaba para conseguir ese calor. Descubrió algo que llamó 'sensación-guía', que consiste en estar muy atento y escuchar al cuerpo que, según sostenía, sabe y elige lo que le viene bien y rechaza lo que le viene mal. Comía cuando tenía hambre y dormía cuando sentía sueño, sin atenerse a horarios. Experimentaba con su propio cuerpo, lástima que cuando descubrió esto ya era tarde, su organismo había padecido la usura de los desarreglos y la falta de respeto a la naturaleza. Una de sus teorías afirma que cada célula tiene en potencia expansión indefinida. Si no crece más es porque no se le dan la temperatura, el agua, el sol, la región ideal. Si así fuese, su crecimiento sería infinito".
Esta inquietante teoría macedoniana está reflejada en un cuento, "El zapallo que se hizo Cosmos" (Cuento del Crecimiento), en su libro Papeles de Recienvenido. La ironía y el sentido del humor atraviesan las páginas de Macedonio y sobrevuelan su obra para burlarse de todo y de todos. "¿A cuántos premios conseguidos y embolsados se es poeta?pregunta. ¿Con cuántos 'empleos' o 'cargos' ya se es patriota? ¿Con cuántos diplomas ya se nos debe creer sabedores de lo ignorado por los diplomadores? ¿Un millón de pesos es ya la honradez". En una crítica literaria sentenció: "Este libro viene a llenar un gran vacío, con otro". Los signos exteriores provocaban su ironía: "No hay melena que no mistifique".
"Mi padre, dice Adolfo de Obieta, era espontáneamente original. Sus reacciones, sus sentimientos, sus juicios, eran siempre distintos a los de los demás. No pagaba tributo al 'deber hacer'. Todo lo convencional, lo que pasa por ser verdades absolutas y no son más que trivialidades que el tiempo cambia, no tenía para él ningún valor".
Por esas cosas de la fama, pocos se acuerdan hoy de Macedonio Fernández. Vayan estas líneas como desagravio a su personalidad, a su talento inigualable, a su argentinidad incólume.