lunes, 18 de junio de 2012

Como no salen críticas, publico una carta abierta...

Querida Socorro, me hubiera gustado mucho conocerte. Otro compromiso cultural en una ciudad del norte entrerriano me lo impide. Será en otra oportunidad.

Me dirijo ahora a quienes no han leído todavía "El encargo". Me pareció una novela hermosísima. La leí casi sin detenerme porque me interesó desde la primera página. Comienza con una prosa serena y mesurada, perfecta en su sobriedad. El que habla en el inicio es un ser supra humano; Socorro ha tenido la delicadeza de dejar al lector la libertad para que interprete quién es en realidad este personaje. De acuerdo con la formación intelecto-espiritual del lector, podría ser tanto un individuo perteneciente a una civilización avanzada, cuyos dirigentes se sienten intrigados por la compleja y a veces contradictoria gama de emociones que tenemos los seres humanos, o un ángel que, según la opinión de varios místicos que he tenido oportunidad de leer, a pesar de sus grandes poderes carecen de libre albedrío y voluntad propia; de ahí que solo puedan proceder siempre de acuerdo a la más noble e infinita bondad de la cual han sido imbuidos en el momento de su creación.
El motivo de la llegada de este ser inefable es recoger toda la información que pueda sobre el obrar de los humanos, sus reacciones a diferentes estímulos, sus costumbres, sus prejuicios, sus valores. Una especie de análisis o estudio científico, parecido al que un meticuloso antropólogo realiza al estudiar las tribus que el "homo oeconomicus" considera primitivas, pero que tal vez sean los últimos especímenes del "homo sapiens". A fin de que pueda desarrollar con comodidad el estudio que le han encargado, este emisario, mensajero o enviado ha sido dotado de apariencia humana y capacidad de sentir de igual manera que nosotros.
Aparece en un barrio de Buenos Aires y enseguida traba amistad con dos mujeres jóvenes que parecen ser amigas de mucho tiempo y quererse mucho entre ellas. A partir de ese momento, la acción se va desarrollando con tanta naturalidad y, a la vez, de manera tan interesante que es casi imposible interrumpir la lectura, porque siempre queremos saber en qué va a terminar tal o cual acción de Alina o Marisol, las protagonistas. Y es así porque en "El encargo" están muy bien reflejadas toda la inocencia y la crueldad del ser humano, toda su capacidad de cálculo, toda su ambición, todo su heroísmo, toda su bajeza y todo su esplendor.
Quiero agradecer a Socorro la lucidez y el compromiso moral que tiene la novela. (...) Agradecerle sobre todo esa parte que testimonia que la terrible carga del espectro emocional humana es tanta y tan potente que hasta un ángel o emisario se siente abrumado por ella y busca escapes a través de la bebida o, incluso, a través de soñar lo que es imposible para él: el amor. Ese mensaje es sumamente esperanzador, porque afirma que los humanos, después de todo, no somos tan pequeños e insignificantes. Tenemos la misma potencialidad para el Mal que para el Bien. Y, sobre todo, la capacidad de elegir a cuál de los dos serviremos.
Quiero terminar con un pasaje muy sabio, porque nos sella los labios para algo que nos gusta tanto hacer: juzgar a los demás. El pasaje dice:
"No es preciso tratar con toda la Humanidad para saber de ella. Cada hombre y cada mujer parecen ser paradigmas de todos; repiten complejidades y contradicciones como espejos enfrentados".  Bello y revelador.

Te deseo mucho éxito con "El encargo". Hasta siempre.
Tuky González de Carboni

martes, 12 de junio de 2012

Decálogo del perfecto cuentista (Horacio Quiroga, 1927)

1)   Cree en un maestro --Poe, Maupassant, Chéjov-- como en
    Dios mismo.
2)    Cree que su arte es una cima inalcanzable. No sueñes con
    dominarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo
    tú mismo.
3)    Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es
    demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de
    la personalidad es una larga paciencia.
4)    Ten fe ciega, no en tu capacidad para el triunfo, sino en el
    ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia,
    dando todo tu corazón.
5)    No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra
    adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras
    palabras tienen casi la importancia de las tres últimas.
6)    Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "desde
    el río soplaba un viento frío", no hay en lengua humana más
    que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus
    palabras, no te preocupes de observar si son entre sí
    consonantes o asonantes.
7)    No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de
    color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso,
    él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
8)    Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta
    el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te
    distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver.
    No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de
    ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
9)    No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y
    evócala. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has
    llegado en arte a la mitad del camino.
10)   No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que
      hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés
      más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los
      que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene
      la vida en el cuento.

lunes, 11 de junio de 2012

Por qué la calle Florida se llama así

En las guerras por la Independencia la batalla de La Florida fue ganada por un militar algo olvidado, hombre riguroso, severo y estoico, el general Juan Antonio Álvarez de Arenales. Español de nacimiento y patriota por decisión, inició su carrera militar en el Regimiento de Burgos, luego fue destinado a Buenos Aires donde la concluye con el grado de alférez. Se afinca y se casa en Salta. Indignado por las condiciones que impone España a la población indígena, baja a Buenos Aires y denuncia esos hechos ante el virrey. Es escuchado y aprobado. Arenales había leído a Voltaire, Rousseau y Diderot, cuyas ideas sentaron los principios de la Revolución Francesa. Comienzan a discutirse en América las premisas de "libertad, igualdad, fraternidad" y adhiere decididamente a la Revolución de Mayo. Con una pequeña guarnición inicia la lucha contra los realistas y permanece dos años en guerras constantes, lejos de su familia. Ocupa cargos de importancia en Salta: alcalde de 1º voto, gobernador. Pero la guerra continúa. De acuerdo con Manuel Belgrano forma un ejército de línea y lo ascienden a coronel. La tarea de fortificar y organizar los Ejércitos del Norte es larga y penosa. Los patriotas no disponen  de fondos. Fabrican los pertrechos: municiones, pólvora, balas, y prosiguen las batallas. Transcurren años muy difíciles. Establecido su cuartel en la misión de La Florida, Arenales se dispone a otra lucha. La Florida está a la orilla del río del mismo nombre, sobre una barranca y él despliega su artillería sobre la planicie de la barranca. De pronto aparecen los realistas, son muchos y bien armados, pero están del otro lado del río. Lo cruzan y se produce un devastador ataque del escuadrón de Arenales, que resulta gravemente herido. Con sus soldados y él mismo al frente, ganan la batalla. El campo quedó lleno de muertos españoles y solo cuatro criollos, aunque muchos heridos. Casi de noche, Arenales es encontrado entre unos arbustos, malherido, por una patrulla de caballería.
Esa batalla cambió el curso de la guerra, porque aniquiló a una de las agrupaciones realistas más numerosas. Un mes más tarde, Arenales, aun con sus heridas abiertas y muy débil, pudo comunicar al Ejército del Norte el resultado de esa batalla: más de cien enemigos muertos y en su poder la artillería, doscientos fusiles, pertrechos, bagajes. Todo ese triunfo con soldados formados por él, hombres que no tenían instrucción previa. Siguió su lucha este guerrero incansable por todo el Alto Perú hasta llegar a Lima, a lo largo de mucho tiempo. Guerreó contra los españoles en cien batallas y escaramuzas que iban minando la fortaleza realista. Liberaba zonas, facilitando así la llegada de San Martín, por mar, a Lima.
Por esas cosas de la historia, la grandeza de Arenales quedó algo eclipsada por las figuras de San Martín y Belgrano. Sin su pasión libertaria y su valor, tal vez la historia hubiera sido distinta.
En 1821, en recuerdo de ese combate trascendente, se impuso el nombre de Florida a esa calle de Buenos Aires.
Juan Antonio Álvarez de Arenales fue Brigadier General de la República, Mariscal de Campo de Chile, Gran Mariscal del Perú, General en Jefe del Ejército Argentino y Capitán General de la provincia de Salta, entre otros muchos títulos. Murió en diciembre de 1831.
Era mi cuarto abuelo, padre de mi tatarabuela materna Josefa Arenales de Uriburu.